“El Cervino es la cumbre ideal … La pirámide es mucho más hermosa porque está sola. A su alrededor no hay más que desierto de piedras, ceniza de montaña, cumbres dormidas, inclinadas y dobladas”. Gaston Rebuffat
Esta salida a Alpes comienza en el año anterior a la pandemia, motivada por las ganas y la necesidad de conocer este macizo montañoso y poder escalar algunos de sus picos más emblemáticos. Hablo con Raúl Lora, guía de alta montaña y miembro del GOM, para conocer las posibilidades reales de convertir este sueño en realidad, me envía una propuesta de programa para estudiarla y analizarla y, si la doy por buena, prepararla para hacerla en verano. Como la pandemia nos jodió pero bien, tuvimos que posponerla hasta este verano, pero el sueño empezaba a ser real.
Acometer la escalada al Cervino, además de los casi dos años de preparación, requiere unos pasos previos dedicados a la aclimatación y a moverse por crestas, imprescindibles para abordar con ciertas garantías de éxito el principal objetivo de esta salida: llegar a la cumbre del Cervino. Nuestro campo base se sitúa en el camping “Aguja Negra” en el Valle de Aosta, en la localidad de Courmayeur (Val Veny). A nuestra derecha las Grandes Jorasses, a la izquierda el Macizo del Mont Blanc.

Aprovechando el buen tiempo que se nos anuncia para la primera semana, hacemos dos actividades (dos días seguidos) para aclimatar, la travesía de las agujas Marbrées y la cresta de la Aguja Entrevés desde la punta Hellbroner, en las inmediaciones del refugio Torino (3.371 m.).




Superadas las mismas, al día siguiente nos dirigimos al Diente de Gigante (4.013 m., una de las más espectaculares cimas del macizo central de los Alpes), para escalarlo por su “ruta normal”. Escalada larga (13 largos) y mantenida, muy atlética, y para mí agotadora (cuerdas fijas donde los brazos juegan un papel esencial). Descenso de 6 rápeles.



Después de estos tres días sin parar, jornada de descanso y preparar la actividad estrella, hacer el Cervino. Raúl consulta el tiempo y constata que nos quedan dos días buenos para acometer esta empresa de manera inmediata, pues después se avecinan cambios de tiempo.
Así que nos ponemos en marcha a las 7 de la mañana del domingo 17 de julio para dirigirnos en coche a Breuil-Cervinia, desde donde comenzaremos la ascensión por la arista Lions (lado italiano), más alpina y física que la Hornli (lado suizo).

Dejamos el coche en el parking del teleférico y cogemos éste hasta una explanada por debajo del Refugio Duca Degli Abruzzi (Duque de los Abruzzos). Comenzamos a andar hacia las 9,20 h de la mañana y nos encaminamos hacia dicho refugio que dejamos atrás rápidamente. Llegamos a la Cruz Carrel (erigida por un cliente en honor de éste guía por su fallecimiento el 25-08-1890) cuyo nombre da también al refugio donde dormiremos. El sendero está marcado por hitos hasta la denominada Chimenea Whymper, primer tramo del ascenso donde hay que tirar de manos para la trepada y escalar ayudándose de cuerdas fijas en su parte más vertical. Una vez superada la chimenea, llegamos a la travesía de la vertiente sur de la Cabeza de Lion, ladera descompuesta que nos aproxima al Col del Lion. En este trayecto cambiamos las zapatillas por las botas, nos equipamos con el material y también dejamos los crampones!!!, sorpresa absoluta, pues Raúl se informa de una cordada que desciende de la cima y le dicen que el hielo que queda no requiere del uso de los mismos, así que a ahorrar peso que lo vamos a agradecer mucho en lo que nos queda por delante.
Llegados al Collado del Lion podemos decir que da comienzo la escalada. Raúl de primero, comienza una sencilla trepada hasta llegar a la Placa Seiler, donde la pared se empina (en la que hay algún parabolt) y que superamos por su lado derecho hasta llegar a la Primera y Segunda Corda (gruesas maromas que serán una constante en esta ascensión). Posteriormente llegamos a la Chimenea (Cheminée), pared vertical de 10 metros y algo extraplomada en su parte final, donde hay que tirar bastante de brazos. A continuación, por un terreno más sencillo se llega a un diedro de unos 15 metros que superamos para seguir en travesía hacia la izquierda desde donde por fin tenemos a la vista el refugio J. A. Carrell, que se asemeja a un nido de águilas colgado en una repisa del saliente de la pared. La verdad es que impresiona.
Remontamos un tramo de roca descompuesta y accedemos a la plataforma metálica que bordea la cabaña. Son las 14,20 horas. Cinco horas de ascensión y escalada. El refugio tiene capacidad para unas 60 personas y es responsabilidad de la Compañía de guías del Cervino.
Reponemos líquidos y nos acomodamos para comer. También cogemos las literas para descansar. A lo largo de la tarde varias cordadas van llegando al refugio. Durante la cena planificamos la escalada del día siguiente, quedando en levantarnos a las 3,30 horas para comenzar la ascensión hacia las 4-4,15 horas de la madrugada. Las previsiones meteorológicas siguen dando buen tiempo. Me recuerda Raúl que el tiempo estimado para alcanzar la cumbre tiene que estar entre 4 y 5 horas como mucho. A partir de este horario, estemos donde estemos, nos volvemos. Conforme con el plan establecido, a las 9 de la noche nos retiramos a “nuestros aposentos”.
Llega la hora de levantarse y el comedor del refugio es un hervidero de gente. Desayunados y con todo preparado salimos del refugio a las 4,20 horas, con frontales y dispuestos a “darlo todo”. Nada más empezar, la primera dificultad, la Cuerda del Despertador, tramo de placa inclinada de unos 20 metros con maroma que llega a un pequeño techo, donde hay colocada una gruesa cadena, que se supera por la derecha. A partir de aquí, la pendiente se suaviza para continuar por unas placas que tienen cuerdas fijas. Tras ganar altura, llegamos al Valle de los carámbanos (Vallon des Glaçons), amplia vertiente por la que se gana altura hasta volver a la arista en la Brecha Giordano, situada tras el gran gendarme llamado la Gran Torre.
Tras una corta placa de buena roca (Placche Cretier) llegamos al Mauvais Pas (Paso Malo), aérea y estrecha repisa que bordea un espolón rocoso. Y desde aquí nos dirigimos a la Rocher des écritures (roca con las iniciales de J. A. Carrell, cuando alcanzó esta cota en 1861. No llegué a verlas).
Trepamos por una empinada chimenea en oposición, equipada con maroma, para dirigirnos bordeando Le Linceul (La Mortaja) hasta la base del Pico Tyndall a través de una cresta llamada por su forma Cresta del Gallo (L’ Arete du Coq). Por un tramo equipado con cable metálico alcanzamos de nuevo la arista para llegar a la Gran Corda o Corde Tyndall, tramo de 30 metros equipado con una cadena, fácil de asegurar. Desde la arista podemos ver las montañas del Valais: la Dent Blanche, el Weisshorn, el Ober Gabelhorn …
Llegamos a la unión con la Corbata (la Cravatta), repisa que recorre bajo la cima del Pic Tyndall, que a través de una larga cresta nos lleva hasta la cima de dicho pico (4.241 m.) y que debido a su proximidad con el Cervino no está incluido en la lista oficial de cuatromiles de los Alpes, sino en la lista de cimas secundarias. El nombre de la cima se debe al primer ascensionista John Tyndall, físico irlandés.
Con la cima del Cervino justo encima nuestro le comento a Raúl que como vamos de tiempo. Me dice que muy bien. Y es en este momento cuando me acuerdo de las otras cordadas que salimos del refugio (seis, ocho?), de dónde se encuentran, pues a lo largo de la ascensión que llevamos no nos hemos encontrado con nadie. Mirando en todas direcciones observo algunas bastante por debajo de nosotros.
Continuamos por la Cresta Tyndall, 200 m de cresta extremadamente aérea con destrepes de resaltes asegurados con parabolts, hasta llegar al tramo más bajo de la arista cimera, una expuesta y estrechísima escarpadura denominada La Zancada (L’ Enjambée) por el paso que hay que dar para descenderla.
Tras un muy pequeño “descanso”, agua y media barrita, Raúl me comenta que casi lo tenemos: “Solo nos queda la última parte de la ascensión, unos 250 m.” El terreno se pone más vertical y a través de una ladera descompuesta llegamos al Col Felicité (en honor de la primera mujer en alcanzar esta cota en 1.867). A partir de aquí comienza otro tramo de cuerdas fijas. Después de la Primera Cuerda se llega a una repisa para alcanzar el segundo tramo de cuerdas. En este punto se encuentra la Scala Jordan, escala vertical de cuerdas y peldaños que Raúl decide evitar y escalar a la izquierda de ésta por otros tramos de cuerdas fijas que han colocado como alternativa. Alcanzamos otro tramo de cuerda fija vertical, la Corda Pirovano.
Otros dos tramos más de cuerda fija y … por fiiin!!! estamos en la cumbre!!! (4.478 m.). Son las 7,35 horas del 18 de julio. Tiempo de ascensión, 3 horas y 15 minutos. No puedo contener la emoción. Abrazo con Raúl, alguna lágrima, recuerdos de compañeros de escalada que ya no están, de otros que siguen estando, recuerdo del “wine team”, los echo de menos… Fotos, más fotos, … camiseta del GOM!!! Raúl me saca del ensimismamiento: “Natalio espabila que esto se acaba en el valle. Bebe y tira pero ya”.

Y lo que nos queda, el descenso, no es nada fácil sino todo lo contrario. Se requiere la máxima concentración pues es fácil resbalar o tropezar y las consecuencias serían fatales. Optamos por realizar descuelgues en lugar de rapelar ya que es una maniobra más rápida. EL zócalo final de la cumbre lo bajamos destrepando y con 5 descuelgues. Desde el Tyndall hasta el refugio, varios destrepes en roca, otros con cuerdas fijas y 9 descuelgues. Desde la cumbre hasta el refugio hemos tardado 3 horas y veinte minutos. Reponemos fuerzas en el Carrell y continuamos el descenso, a veces destrepando en roca, a veces con las cuerdas fijas, más 9 descuelgues. Llegamos al Collado del Lion y comenzamos la parte más penosa del descenso, camino de tierra y piedra sueltas hasta llegar al refugio Duque de los Abruzzos, desde donde nos dirigimos por una senda más tranquila a la base del teleférico. Tiempo de descenso desde el refugio Carrell, 3 horas. Nuevos abrazos y foto obligada con el Cervino al fondo.

No me lo puedo creer. Tengo que mirar varias veces al Cervino para sentir que es real lo que estoy viviendo. Abrazo con Raúl que comenta: “ahora sí Natalio”.